He aprendido a dibujar el mundo por sus colores, formas, texturas… pero los aromas no aprendí a considerarlos. Tal vez porque me enseñaron a anular los olores insoportables. Y empiezo a sospechar que fue para adormecer y poder soportar las realidades más monstruosas; porque sólo así se nos hace ser cómplices testigos perfumados de imágenes que carentes de su aroma son tan sólo reportajes televisados.
Concha García