El olfato es el sentido que nos conecta de manera más profunda a la memoria y a las emociones relacionadas a ella. Es el sentido que me recuerda a mi niñez y en especial a mis abuelos. Y si pienso en mis abuelos, los recuerdos varían desde el olor de su casa, el café recién hecho, los cajones de la ropa, las manos de mi abuelo que saben a cigarros y regaliz, el jardín de mi abuela con todas sus flores. Y es de aquí que nace el díptico Jardín. Si cerramos los ojos e intentamos evocar una memoria, conseguimos visualizar, aunque no sea de forma nítida, unas secuencias de imágenes. Por otro lado, cuando queremos revivir un olor, a pesar de que el recuerdo sea muy fuerte es imposible que podamos disfrutarlo. Con esta obra quiero crear una memoria visual, permanente, a partir de una memoria olfativa. Jardín surge de la superposición de varias fotos de las flores del jardín de mi abuela. Son imágenes distorsionadas, borrosas, confusas, de la misma manera en la que los recuerdos se presentan a la mente. Y así todas las varias capas se mezclan en la obra como en la creación de una fragancia, y llegan al público en forma abstracta, para que cualquiera persona pueda encontrar sus propias experiencias, revivir sus propios recuerdos en ella.