
Al igual que las calaveras de azúcar típicas del Día de los Muertos en México, este cráneo recubierto de resina de colores no huele a muerte aunque sea una imagen, explotada hasta la saciedad, que la representa en la cultura popular.
Las gotas, sombras y formas de vivos colores que lo recubren más bien remiten a la celebración de la vida que se produce en ocasión del Día de los Muertos. Tal y como ocurre en esas festividades, recuerda a nuestros sentidos las cosas vivas y con olor, tal vez incluso cosas como dulces y golosinas.
Markus Linnenbrink