
Humedad después de la tormenta.
Olor del bienestar y luz diáfana,
que repara, delimita y dibuja
la línea virtual del paso
de un cuerpo al otro. Transición.
Remolinos alegres e invisibles
que unen, en el olfato,
tierra, aire y agua.
Y otra vez el olor del bienestar,
que inexorablemente lleva asociada
la náusea de las alcantarillas,
que en su agitado movimiento subterráneo
despierta humedades hechas de
remolinos de existencias olvidadas.
Carles Gabarró