“El cuadro huele al yeso húmedo de las paredes de una sala vacía en una casa antigua que lleva años sin ser aireada. Es un olor que no es desagradable, ni muy distinto del que desprende la tela recién lavada, todavía mojada, cuando la plancho, tal y como hice cuando estaba realizando la obra. Esta es una parte del proceso aunque el olor nunca es exactamente igual. Lo que distingue el olor es el recuerdo de la imagen que había sobre la tela antes de que le arrancase la pintura y la pusiera en la lavadora. Una vez planchada, vuelvo a aplicar toda la pintura sobre la tela pero vuelta del revés, de cara hacia abajo, y el olor que pueda evocar entonces ya es cosa de la vista.”
Pavel Büchler